viernes, 26 de julio de 2013

De excursión a la isla de Gällnö

Con frecuencia se denomina a la capital de Suecia como la Venecia del Norte porque sus barrios se asientan sobre varias islas, comunicadas entre sí por múltiples puentes. Pero esta urbe es sólo una pequeña parte de lo que se conoce como el Archipiélago de Estocolmo (Skärgård para los suecos), un conjunto de unas 24000 islas que se extienden por el Báltico desde la ciudad hasta 60 km mar adentro.

Antiguamente, este era un territorio habitado por pescadores que, a menudo, compaginaban sus tareas en el mar con la agricultura. Hoy en día, es el lugar preferido de la gente de Estocolmo para pasar su tiempo libre, especialmente en verano.

Como os podéis imaginar, entre semejante cantidad de islas, hay para todos los gustos: habitadas y no habitadas; más y menos concurridas; con playas o acantilados; rocosas o con bosques frondosos... Por su fauna y flora características, así como por sus peculiaridades históricas y paisajísticas, el conjunto de Skärgården alberga varias reservas naturales y uno de los primeros parques nacionales de Suecia.

El domingo pasado, en parte de manera intencionada, en parte al azar, escogimos un destino para nuestra primera incursión en el Archipiélago:  Gällnö.
























Aproximadamente a 90 minutos de trayecto, se encuentra esta isla en la que residen unas 30 personas de manera permanente.

El paisaje es una mezcla de campos de cultivo, praderas y un bosque precioso y tupido con robles, abetos, abedules, helechos...

También hay playas de aguas tranquilas y transparentes pero frías, frías.


Allí se conserva la arquitectura tradicional en madera con su característico color rojo.




Para recorrer la isla hay unos cuantos senderos y una "vía principal" consistente en una pista no asfaltada por la que circulan los vehículos, es decir, bicicletas y motos pequeñas.























Una excursión completa con caminata, picnic, siesta al sol... Para ser perfecta, nos faltó el chapuzón, que al final se quedó en un mero remojón de pies. A pesar de que el día estaba soleado y la temperatura era buena, de vez en cuando venía una brisa fresca que nos dio un poco pereza... será la edad...


sábado, 20 de julio de 2013

Aprovechando todas las oportunidades

Durante este verano voy a estar trabajando con un cliente en Estocolmo. Además de la experiencia profesional, esto me brinda la posibilidad de disponer de alojamiento en esta ciudad durante este período: un bonito apartamento muy bien situado, en un barrio céntrico pero tranquilo, al lado del mar y a un paso del emblemático edificio del Ayuntamiento, donde cada año se celebra la ceremonia de los premios Nobel. Un lugar muy apañado, donde Antón y yo podemos quedarnos cuando nos apetezca.

Gracias a esto, a que Estocolmo y Norrköping realmente no están muy lejos  (1 hora y 10 minutos en tren) y a las ventajas del teletrabajo, se nos presenta una ocasión estupenda para conocer mejor la ciudad y los alrededores, para pasearnos con calma por lo turístico y lo no tan turístico, para callejear y descubrir otras perspectivas, para observar desde dentro cómo vive la gente aquí y poder comparar con las "otras Suecias". 

Una oportunidad para fijarnos en la arquitectura,




en las personas



 y en los detalles.

































Este fin de semana más... Informaremos puntualmente. (O, al menos, informaremos).



domingo, 14 de julio de 2013

Un añito más

El cumpleañero pidió tarta de fresas, así que no hubo ningún tipo de duda en cuanto al menú. Unas pocas cocinillas y el día comenzaba de esta guisa:
























Desayuno especial para una fecha señalada que este año hemos celebrado en Estocolmo.

























Un fin de semana estupendo y una buena colección de fotos para entretenernos un rato. Seguro que alguna que otra acabará en este blog.

¡Feliz semana!

sábado, 6 de julio de 2013

Adictos a los helados

Recién llegados a Suecia, en el mes de abril, con nieve todavía en el suelo y unas temperaturas que no subían más allá de los cinco grados durante el día, empezamos a observar que los primeros rayos de sol de la primavera conseguían colocar cucuruchos y vasitos de helado en manos de muchos suecos.

La imagen, a nuestros ojos, era peculiar. La gente, aún ataviada con guantes, gorros y abrigos, se compraba un helado y se dirigía inmediatamente al lugar más soleado disponible a saborearlo. Un helado que, por otra parte, posiblemente estaría a más temperatura que el propio ambiente.

Al principio, pensamos que esta fiebre por el producto en cuestión se debía a las ansias por la llegada del buen tiempo tras un largo invierno. Como cuando en España nos ponemos las sandalias a la primera subida de temperatura del mes de marzo, para volver a las botas dos días después.

Pero no. Desde que estamos aquí, la presencia de helados por doquier no ha hecho más que aumentar. Un número sorprendentemente alto de heladerías, que han permanecido cerradas a cal y canto durante meses, están ahora a pleno rendimiento, siempre con largas colas ante los mostradores y las terrazas de bote en bote.
























Algunos de estos establecimientos son auténticas instituciones locales. Así, por ejemplo, Smultronstället, en Söderköping, con sus espectaculares montajes, es casi un lugar de peregrinación para lugareños y turistas.



Por su parte, Bosses Glassbar, en Linköping, ostenta el honor de decidir cuándo comienza la primavera. Dicen los de la zona que el cambio de estación "oficial" tiene lugar cuando esta heladería reabre sus puertas.

Unas búsquedas rápidas en Google nos permiten poner números a nuestras observaciones (que perfectamente podrían haber sido subjetivas). Las distintas estadísticas consultadas (sobre el consumo de helados por habitante según países) sitúan a Suecia entre la cuarta y la sexta posición, siempre por encima de países que, a priori, hubiésemos considerado de mayor tradición heladera. 

¿A qué se debe esté fenómeno? Si existe alguna razón, no hemos dado con ella todavía. Lo que sí hemos hecho es incluir la cata de helados en la lista de actividades importantes para fomentar nuestra integración en el entorno (junto a otras como aprender sueco).

Por el momento, les damos aprobado y con nota. Yo, que me declaro fan incondicional de los helados de cucurucho y que no sabría decir si me gusta más la galleta o el contenido, estoy en mi salsa. Hay heladerías en las que elaboran constantemente los barquillos a la vista de los clientes y te los tomas recién hechos: ¡no tengo palabras!




































Lo que no tengo yo muy claro es que lleguemos a adoptar la costumbre, también muy sueca, de tomar el helado acompañado de una taza de café.

¡Buen fin de semana!