domingo, 29 de septiembre de 2013

Vida cotidiana

En esta semana que acaba, se cumplieron seis meses desde que llegamos a Norrköping. Hemos hecho tantas cosas en este medio año que, por una parte, nos da la impresión de que el tiempo se ha pasado volando y, por la otra, nos parece que llevásemos aquí toda la vida.

Desde que llegamos, hemos ido pasando por distintas fases. Una primera en la que había que hacerse con el entorno, resolver papeleos y pelearse con el idioma en actividades tan básicas como hacer la compra. Después de las primeras semanas, comenzamos a conocer palabras, cada día más, lo que nos permitió agilizar las tareas diarias y entender algunas costumbres locales. Luego empezamos el trabajo, las clases, a visitar un montón de lugares... y, sin planearlo, acabamos "de veraneo" por Estocolmo y alrededores.

En definitiva, unos meses muy divertidos pero también agotadores. Ahora, con la llegada del otoño, parece que todo volviese a la calma, a la rutina. Agradable rutina, eso sí. Porque a pesar de ser una palabra que se usa con frecuencia en sentido negativo, en el fondo a casi todo el mundo le gusta volver a su estado de "normalidad" más tarde o más temprano. Especialmente si uno tiene la buena costumbre (y la suerte) de llenar su día a día con cosas que le gustan.

Uno cualquiera de nuestros días comienza a eso de las siete menos cuarto de la mañana. A esas horas ya ha amanecido completamente (a pesar de que en esta época el número de horas de luz se reduce a una velocidad pasmosa) y eso facilita un poco lo de madrugar.

Alrededor de las ocho llegamos a la oficina y arranca la jornada laboral, que se extiende hasta las cuatro y media o cinco (como mucho). No se estila por aquí hacer horas extra. La gente se concentra en sus quehaceres y trabaja sin prisa, pero sin pausa. No renuncian a parar un par de veces  para descansar y socializar, normalmente a la hora de la comida y con el café de la tarde (que aquí viene siendo el café de las tres). Pero el resto, es actividad productiva y, por lo general, ocho horas diarias son suficientes para sacar el trabajo adelante. Y si no, tampoco se dramatiza: análisis constructivo y a buscar soluciones.


Cuando regresamos a casa, es tiempo para todas nuestras actividades extraescolares. 
Por ejemplo, estudiar sueco. Casi todos los días un poco. Es la única forma de asimilar las enormes listas de vocabulario y todas las novedades de gramática que surgen en cada clase. A veces da un poco de pereza ponerse con los deberes pero, lo cierto, es que esto no tiene nada que ver con estudiar un idioma a distancia. Aquí, la recompensa se ve a diario.

Y como no sólo de ejercitar el cerebro vive el hombre, también seguimos fieles a nuestras costumbres deportivas.  Yo vuelvo a estar a tope con mis carreras, progresando adecuadamente. Todavía es para mí un misterio cómo va a ser entrenar cuando venga el frío de verdad y, especialmente, cuando empiece a nevar por el mes de diciembre. Pero varios lugareños ya me han explicado que sí, se puede, y de hecho se hace. Así que otra experiencia interesante por venir.

Antón no acaba de pillarle el gusto a lo de correr, por lo que sigue explorando la región desde la bicicleta. Cada vez va más lejos... ¡cualquier día de estos tengo que ir a buscarlo y traerlo a remolque! Eso sí, entre pedalada y pedalada, alguna foto.


"Sólo" con estas cosas, hay días que ya no nos queda más tiempo que para preparar la cena, comerla y ver un poco la tele o leer algo. Eso, si no caemos directamente fulminados en el sofá (alternativa a la que una que yo me sé es gran aficionada).

Otras veces estamos más inspirados y nuestra "sala de juegos" se convierte en la cabina de un avión, en laboratorio fotográfico, taller de costura... o lo que surja. Tampoco suelen faltar la música (en sus dos modalidades, piano y guitarra) o los experimentos culinarios.


Sólo falta ahora encajar en todo este puzle algo más de tiempo para el blog, al que hemos dejado últimamente un poco abandonado. Pero todo se andará, porque nuestra "normalidad" aquí es muy distinta a nuestra "normalidad" en España y vale la pena escribir un poco al respecto de vez en cuando.

domingo, 15 de septiembre de 2013

lunes, 9 de septiembre de 2013

Recogiendo bayas en Ågelsjön

Si algo abunda en esta región de Suecia, son lagos y bosques. Con lo que nos gusta a nosotros ir al monte, ya estábamos tardando en hacer alguna excursión campestre en condiciones. Este domingo, aprovechando que todavía tenemos un tiempo estupendo, nos acercamos a Ågelsjön.


En realidad, tampoco tuvimos que ir muy lejos. Este paraje idílico en donde apenas se distinguen estructuras construidas por el hombre, está a tan sólo 15 km de casa. Es decir, desde nuestra casa de Madrid, sería como ir al Decathlon de San Sebastián de los Reyes. Es un cambio de chip francamente agradable :)


Yo ya había hecho alguna ruta larga por esta zona durante mis vacaciones, pero esta vez veníamos con la idea de pasar una tarde de relax, disfrutar del panorama y, si había suerte, recoger algunas frutas del bosque.


Hubo suerte y, al final del día, acabamos en casa con un bol lleno de arandandillos para cenar!



domingo, 8 de septiembre de 2013

Llega septiembre y empieza el curso

Retomamos las clases de sueco tras la pausa veraniega de rigor. Si hubiese sido por nosotros, posiblemente habríamos continuado tranquilamente con las lecciones durante los meses de julio y agosto. Pero los suecos no renuncian a sus vacaciones de verano por nada del mundo, así que, dadas las circunstancias, aprovechamos para desconectar de los deberes por un tiempo y volver ahora con energías renovadas. 

Para este segundo curso repetimos en la Folkuniversitetet, que nos recomendaron cuando llegamos y que resultó ser un gran acierto.


De nuevo, también, repetimos horario intensivo de sábado por la mañana. Ciertamente, esto nos acorta un poco el fin de semana pero, al mismo tiempo, nos da más margen durante la semana para estudiar a fondo los temas y hacer muchos ejercicios. En parte, gracias a esta estrategia, el progreso obtenido durante el primer curso fue espectacular.



























La impresión tras la vuelta es que nuestro nuevo profe, David, no va a estar a la altura de la anterior, super Carola. Pero claro, el listón estaba muy alto y era difícil de superar...

Aún así, hemos salido de la primera clase con un mundo nuevo de posibilidades para hablar: el pasado, unos cuantos verbos irregulares, las oraciones de relativo y un montón de palabras nuevas. ¡Y esto no ha hecho más que empezar!

lunes, 2 de septiembre de 2013

De vuelta

Antón, de vuelta de sus vacaciones. Casi de milagro, porque en la espesura de los bosques de estas latitudes parece que lo de orientarse no es tarea obvia. Quizá por eso finalmente decidió repartir su tiempo libre entre la aventura y la puesta a punto de sus cacharritos.



Yo, de vuelta a casa. Acabada la etapa en Estocolmo, hoy me he incorporado a una nueva tarea en Linköping. Un proyecto que promete mucho y con el que estoy encantada. De momento, hasta ahí puedo leer... :)


Dicen por aquí que, cualquier día de estos, llegará el otoño sin aviso previo y para quedarse. Pero nosotros ya estamos preparados: tenemos un millón de ideas y planes apropiados para esta estación. Al final va a resultar que, con tantos proyectos, ¡vamos a necesitar un otoño de 15 meses!