domingo, 20 de octubre de 2013

¡Chove!

Nos ha salido hoy el día gris y pasado por agua, muy otoñal. Esta mañana temprano, como todos los domingos, he salido a hacer mi carrera larga de la semana y he vuelto hecha una sopa. Pensaréis que estoy loca, pero es mi entrenamiento favorito, me encanta y no lo perdono por nada del mundo (o casi nada). Total, luego me meto un rato en agua calentita y una simple ducha me parece el mejor "spa" del planeta.

Además, no creáis que era yo la única paseándome bajo la lluvia. Por lo que se ve, los suecos son conscientes del clima en el que habitan y no dejan que las inclemencias meteorológicas intervengan demasiado en sus planes: se visten apropiadamente y siguen con su vida. Llama la atención, sobre todo, ver cómo enfundan a los niños en trajes de agua y katiuskas y los dejan chapotear al aire libre hasta que se hartan.

Nosotros igual, hemos chapoteado hasta que nos hemos cansado... Y después de eso, entonces sí, nuestro domingo ha tomado ya un cariz mucho más casero, de actividades de interior acompañadas de mantita y té. Momento perfecto pues, para compartir unas cuantas fotos que hemos hecho recientemente. 

El domingo pasado, al contrario que este, amaneció un día precioso y, estando en pleno apogeo del otoño, tardamos cinco minutos en decidir que tocaba día de campo y fotos. Habiendo aprendido de la experiencia, nos llevamos con nosotros las dos cámaras, así no nos peleamos :)

Nos fuimos a un sitio muy cerca de aquí, al castillo de Lövstad (Lövstad Slott), un edificio cuyos orígenes se remontan al siglo XV y que fue reconstruido en el XVII. Hoy en día alberga un museo, se pueden recorrer sus estancias con una visita guiada o comer en un restaurante que hay en su interior y que tiene muy buena pinta. Pero la verdad, de esta vez el espectáculo estaba fuera, por lo que decidimos dejar el turismo cultural y culinario para mejor ocasión y disfrutar de sus jardines y de los bosques colindantes.

Creo que la elección mereció la pena. Juzguen ustedes mismos...










martes, 8 de octubre de 2013

¿El veranillo de San Miguel?

¿O simplemente la Ley de Murphy?

La semana pasada, el tiempo nos dio un primer aviso. A pesar de que las temperaturas diurnas se mantienen en un nivel agradable para lo que se puede esperar en esta época del año (unos 15 ó 16 grados) tuvimos un par de días en que el termómetro se desplomó por la noche hasta llegar a rondar los cero grados.

Si bien estas temperaturas no son tampoco las más habituales a estas alturas, preferimos seguir el principio de que hombre (o mujer) precavido (o precavida) vale por dos y este fin de semana nos lanzamos a la adquisición de equipo invernal básico.

Nuestra primera compra fue esta flamante rasqueta del Clas Ohlson (la ferretaría por antonomasia de este país) para retirar el hielo de los cristales del coche.



Pues bien, un día después de hacernos con la susodicha, nos encontramos con que salimos de casa a las siete y pico (cuando se supone que se dan las temperaturas más frías) con unos estupendos y casi veraniegos 15 grados. El hombre del tiempo del canal 4, por su parte, anunciaba máximas alrededor de los 20. Y yo que ya estaba en pleno debate conmigo misma, intentando decidir si me compraba plantillas de fieltro o de borreguillo...

lunes, 7 de octubre de 2013

La foto de la semana (13)

Recuperando las buenas costumbres y siguiendo con la temática otoñal...

Ågelsjön - Septiembre 2013 (Guechi)

jueves, 3 de octubre de 2013

Setas y bayas

Presentes en todas partes durante el otoño. Por supuesto, en su medio natural, creciendo en los más variados rincones. Pero también en los supermercados, tiendas de alimentación y los puestos de frutas y verduras que suele haber en las plazas de muchas ciudades.



























Como contamos en el blog hace poco, la recolección de bayas es algo que ya hemos probado. Normalmente nos gusta pasear por el campo, pero si además regresamos con la cesta llena, entonces el día no puede ser más perfecto.

Sin embargo, a la recogida de setas no nos hemos lanzado todavía. Básicamente, por nuestra absoluta ignorancia a la hora de distinguir las comestibles de las que no lo son. Es algo que vamos a tener que subsanar pronto... ¡No es posible que nos estemos perdiendo semejante diversión!

Y mientras tanto, nos conformamos con fotografiarlas. Que no es poco entretenimiento, teniendo en cuenta la cantidad infinita de variedades que hay, unas tan bonitas, otras tan curiosas...