miércoles, 13 de noviembre de 2013

Uy, uy, uy

En la última semana, una plaga de palos rojos ha crecido en glorietas, cunetas, medianas y bordillos varios.



Insisten los de la zona en que la nieve no suele hacer acto de presencia antes de diciembre (dependiendo del año puede incluso retrasarse hasta Navidades). Pero a la vista del nuevo "mobiliario urbano", parece que no debe ser tan remota la posibilidad de que una nevada temprana nos sorprenda.

Las temperaturas van bajando lenta pero progresivamente y, aunque de momento la mayor parte del tiempo se mantienen en el lado positivo, cierto es que cada vez es más frecuente levantarnos rondando los cero grados.

En parte por el fresco, en parte por las ansias de estrenar lo nuevo, yo he empezado a sacar de paseo el estupendo regalo que este otoño me ha hecho mi hermana, la maestra tejedora. Un gran invento (tengo que hacerle una foto un día de estos) que es a la vez gorro y cuello-bufanda. Todo de una pieza, para que no quede ni un resquicio por el que se pueda colar el frío. Hecho a mano, de lana suave y calentita y ¡con pompón! ¿Se puede pedir más?

Antón, en un alarde de cordura, se ha lanzado a usar una chaqueta que tiene, impermeable por fuera y con forro polar por dentro. Todo pura fachada porque debajo sigue con su eterna camiseta de manga corta. Según él, "en la oficina hace mucho calor". Casualidades de la vida, en sus oficinas siempre hace calor y en las mías siempre hace frío. ¡Incluso cuando trabajábamos en la misma! :)

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